domingo, 2 de diciembre de 2012

Eclíptica.

El sol salió,
y con él nosotros.

El inicio del día siempre es tranquilo,
flojo,
sin embargo el sol es cálido,
sólo lo suficiente,
así éramos tú y yo.

A medida que avanza va ganando calor,
hasta que llega a la mitad,
al punto máximo en el que arde y quema tanto
que llega a nublar los sentidos.

Nuestra pasión nos quemó,
y terminó cegándonos.

Sigue su recorrido
entre tazas de café
y libros
y conversaciones
y otras cosas
que no tiene permitido decir.

Después de tanto calor
tiene que descansar un rato,
esconderse de los amantes
que tratan de imitarlo,
y dejar que salga la luna.

Esa luna a la que le han escrito tantos poemas.

A la que los enamorados contemplan cada vez que aparece.

Pero no se dan cuenta
que es gracias al sol
que puede salir la luna.

Muchos la imitan a ella,
porque es fría,
no cualquiera
se atreve a imitar
la pasión del sol.
No es fácil.

Así termina el día
con la noche.

Así terminamos tú y yo:
fríos.

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